Nació rodeada de halos luminosos… predestinada a ser la alegría o tristeza de quienes hacen posible su vivir… desde las alturas todas las deidades celebran al verle pues brinda emociones inimaginables… ya transcurren setenta y ocho años pero luce tan jovial como cuando emergió… esa magia continuará eternamente mientras exista o más allá porque es ¡lucha libre!
Después de que don Salvador Lutteroth González roció con brisa de orpitmismo la flor del arte de Gotch, el desarrollo ha sido realmente impresionante, a través de los calendarios han surgido -continúan surgiendo- figuras investidas de auténtica heroicidad, leyendas caminando sobre esa misteriosa curva en el tiempo.
Por supuesto las celebraciones han sido históricas, lo mismo dirimiendo un Campeonato, apostando alguna cabellera o algún duelo supremo de máscara contra máscara; han sido combates épicos inlovidables no sólo para la mente, el alma así como corazón rememoran volviendo a vibrar envueltos en sentimientos de frenesí.
Desde luego los protagonistas centrales de la gran fiesta son aquellos quienes combaten en la alfombra azul de la guerra.
Los gladiadores… héroes inmortales de la moderna ceremonia guerrera dan vida a la fiesta de aniversario, a ellos se deben esos episodios dignos de haber sido escritos a través de Homero con su Ilíada o quizá Odisea.
Han caído máscaras develando identidades que se engrandecen o pierden en el túnel del olvido; la cascada de cabellera en un derrotado tapiza el ring mientras en tornado de vergüenza envuelve a quien cayó; también han ungido a un nuevo monarca o el rey sigue en su trono.
Para cualquier luchador es grandioso protagonizar un cartel de aniversario, sin importar el hecho de abrir la noche, estar a mitad de programa o cerrar con candado de oro esa conmemoración tan especial.
Claro está, quienes tienen el honor de combatir al último son paradojicamente los primeros en acudir a la memoria cuando pasan muchos o pocos años, no obstante todos tienen un determinado nivel de importancia.
Quizá se puedan equiparar a quienes decían: “Ave César… los que vamos a morir te saludamos”… por fortuna no hay muertes que lamentar, en cambio las campanas suenan al vuelo glorificando a ganadores, sin olvidar a derrotados porque han caído con honor; grandes en la humildad y humildes en la grandeza.
Ahora la celebración es con cinco distintos festejos, una manera diferente de conmemorar pero siempre guardando la esencia en este espectáculo deportivo o deporte espectáculo, pues recordemos que vox populi vox dei.
Con el rostro a los vientos… sonrisa hacia el horizonte… mirada a través del arco-iris… cumple setenta y ocho años y siempre feliz… ¡doña Lucha Libre!.
Después de que don Salvador Lutteroth González roció con brisa de orpitmismo la flor del arte de Gotch, el desarrollo ha sido realmente impresionante, a través de los calendarios han surgido -continúan surgiendo- figuras investidas de auténtica heroicidad, leyendas caminando sobre esa misteriosa curva en el tiempo.
Por supuesto las celebraciones han sido históricas, lo mismo dirimiendo un Campeonato, apostando alguna cabellera o algún duelo supremo de máscara contra máscara; han sido combates épicos inlovidables no sólo para la mente, el alma así como corazón rememoran volviendo a vibrar envueltos en sentimientos de frenesí.
Desde luego los protagonistas centrales de la gran fiesta son aquellos quienes combaten en la alfombra azul de la guerra.
Los gladiadores… héroes inmortales de la moderna ceremonia guerrera dan vida a la fiesta de aniversario, a ellos se deben esos episodios dignos de haber sido escritos a través de Homero con su Ilíada o quizá Odisea.
Han caído máscaras develando identidades que se engrandecen o pierden en el túnel del olvido; la cascada de cabellera en un derrotado tapiza el ring mientras en tornado de vergüenza envuelve a quien cayó; también han ungido a un nuevo monarca o el rey sigue en su trono.
Para cualquier luchador es grandioso protagonizar un cartel de aniversario, sin importar el hecho de abrir la noche, estar a mitad de programa o cerrar con candado de oro esa conmemoración tan especial.
Claro está, quienes tienen el honor de combatir al último son paradojicamente los primeros en acudir a la memoria cuando pasan muchos o pocos años, no obstante todos tienen un determinado nivel de importancia.
Quizá se puedan equiparar a quienes decían: “Ave César… los que vamos a morir te saludamos”… por fortuna no hay muertes que lamentar, en cambio las campanas suenan al vuelo glorificando a ganadores, sin olvidar a derrotados porque han caído con honor; grandes en la humildad y humildes en la grandeza.
Ahora la celebración es con cinco distintos festejos, una manera diferente de conmemorar pero siempre guardando la esencia en este espectáculo deportivo o deporte espectáculo, pues recordemos que vox populi vox dei.
Con el rostro a los vientos… sonrisa hacia el horizonte… mirada a través del arco-iris… cumple setenta y ocho años y siempre feliz… ¡doña Lucha Libre!.
0 comentarios:
Publicar un comentario